La muralla Fernandina reedificada entre 1368 y 1437 por D. Fernando, sustituyó a la antigua que se mostraba demasiado pequeña frente al desarrollo de la ciudad de Oporto. Se trata entonces de la fortificación gótica de la vieja ciudad, que tendría una muralla con cerca de 8 km con 11 metros de altura.
Casi toda la muralla habrá desaparecido habiendo quedado sólo algunas partes. Una de las primeras tentativas de deconstrucción de la muralla ha sido por João de Almada y Melo, Gobernador de las Armas de Oporto buscando modernizar la antigua ciudad. Desde allí hasta el siglo XX la muralla se fue desmontando.
Hoy en día se pueden ver sus vestigios en la ribera, donde el caserío allí se asienta y sigue preserva uno de sus postigos, otros escondidos, cerca del Antiguo Club de los Ingleses, y tal vez la más icónica de todas, el trecho de los Guindais, que tiene entrada por la puerta la vieja iglesia de Santa Clara, uno de los mejores puntos altos de la ciudad.
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